Los araucanos estuvieron aquí mucho antes que el hombre blanco llegara y los bautizara. Esta zona era más que generosa con ellos, llena de espejos de agua donde se proveían el sustento y en los que se podía cazar y pescar.
Los araucanos dejaron en estas tierras sus rastros que hoy pueden ser estudiados y admirados, cacharros, ollas, diversas piezas de cerámica nos hablan de sus trabajos y su forma de vivir.
En 1581 Juan de Garay se lanzó en una expedición desde Bs. As. hacia el sur. Quería ganar más tierras y encontrar “La ciudad de oro”. En su camino avistó una zona donde abundaban las lagunas de agua salada cerca del río Samborombón, ésta sería la primera noticia de las “encadenadas”.
En 1779 avanza la frontera blanca y sobre las barrancas de la laguna Indiana se levantan las empalizadas del nuevo fuerte, era el 30 de mayo de 1779 cuando el Capitán de Blandengues Pedro Nicolás Escribano fundaba el Fuerte San Juan Bautista de Chascomús. Su sitio fue donde se levanta hoy el soberbio palacio municipal, y aunque no han quedado vestigios de la primitiva construcción de pajas y adobe, los nombres de su fundador, de sus milicianos y blandengues, de sus primeros pobladores gauchos e inmigrantes gallegos, que se aferraron en esta avanzada, han quedado para siempre en el historial de toda una provincia. Rápidamente, la guardia fronteriza y militar se transforma en un municipio y como lo llamaría Echeverría, “pueblo de ricos hacendados”.
En 1839 es campo de una sangrienta batalla, entre los “Libres del Sur” y los soldados de Rosas, los rebeldes vencidos pagaron con sus vidas e implacables persecuciones.
En 1853 se lucha sobre la margen izquierda del río Salado en el linde de esta comarca, en los campos de San Gregorio, por la formación definitiva de esta Nación.
Pero en largos y fructíferos decenios de labor pacífica se convierten los campos de Chascomús en un emporio de la ganadería moderna. Aquí fue donde un estanciero de origen inglés, Richard Black Newton introdujo en 1844 el alambrado. Desde la “Santa María” de Chascomús, sobre el Samborombón, se extendió este sistema de crianza organizada a todo el país.
En 1865 llega el Ferrocarril del Sud, de esta manera Chascomús se transformo en “punta de rieles”, hasta que tiempo más tarde la red ferroviaria continuó su traza hacia el sur.
Y fue en 1873 este pueblo de saladeros y barracas recibe del gobernador Acosta el título de “Ciudad”.
Ya en este siglo (1938) se abre al tráfico automotor la nueva ruta nacional nro. 2 que une la Capital federal con Mar del Plata, esto contribuye al desarrollo del turismo, y año tras año más gente se acerca en busca de tranquilidad, esparcimiento y especialmente a disfrutar de las bellezas naturales que ofrece Chascomús.
También las industrias la eligen y dan a su población en crecimiento nuevas fuentes de trabajo. Productos de la industria metalúrgica, textiles, de la alimentación, manufacturados en Chascomús viajan hacia los mercados del mundo. (Extraído del libro “Hechos y Protagonistas” El Cronista.
Pedro Nicolás Escribano:
Nación en Buenos Aires el 14 de febrero de 1740. Se inició en la carrera de las armas como cadete del Cuerpo de Dragones de Buenos Aires, participando del asalto a la Colonia del Sacramento en 1779, y más tarde se encontró en otras acciones de guerra contra los portugueses. Ascendido a capitán en 1777, se le designó Comandante del fuerte El Zanjón, situado a la altura de la actual ciudad de Coronel Brandsen, próxima al río Samborombón.
Dispuesto el traslado de los fuertes para el adelantamiento de la línea de fronteras, se le encomendó al frente de la Companía Blandengues ocupando el lugar denominado Camarones, sobre la margen derecha del río Salado.
Luego de permanecer unos años al frente de su Companía en el fuerte Chascomús, solicitó su retiro por hallarse enfermo, el cual obtuvo en 1786. Falleció en Buenos Aires, el 25 de abril de 1799.
El capitán Escribano fue padre del coronel Bernardino Escribano, guerrero de la independencia.